Juan Carlos Díaz Lorenzo [Cronista Oficial de Fuencaliente de La Palma]

A pesar de las muchas limitaciones que rodearon a la incipiente corporación municipal de Fuencaliente, que había logrado su independencia el 19 de febrero de 1837, desde el primer momento de su nueva andadura se puso de manifiesto un interés primordial por fomentar la enseñanza elemental y, en buena lógica, para disponer de un espacio adecuado en el que impartir la docencia.

El pleno de la corporación local, reunida el 29 de agosto de 1874, en tiempos del alcalde José Domínguez Yanes, manifestaba, sin embargo, la dura realidad: “En este pueblo se está careciendo completamente de local que sirva independientemente para establecer en su debida forma la enseñanza pública y Sala Capitular y del Juzgado” y a ello se añadía la circunstancia de que el propietario del inmueble, Juan Torres Hernández, reclamaba la casa donde estaba la escuela.

Los concejales, después de “conferenciar detenidamente”, acordaron por unanimidad “que se abra una comisión de voluntarios para la fábrica de dichas obras públicas, nombrándose comisiones de vecinos de influjo en cada pago encargados de dicha supervisión, llevando cuenta de la misma por escrito”.

El 11 de octubre del citado año se conoció un escrito había remitido a la corporación la Junta Local de Primera Enseñanza, «haciendo presente los perjuicios que infiere á la instrucción de los niños y al profesor que la dirige la falta de un buen local que sustituya al que hoy sirve para escuela elemental pública, á cargo del maestro don Luciano Hernández Armas, cuyas malas condiciones y falta de menage le han movido á excitar el celo del Ayuntamiento, á fin de que pueda ocuparse de la construcción de un edificio-escuela que reúna las de reglamento. Enterados por su lectura los Sres. Concejales, tomó la palabra el síndico D. Francisco Hernández Hernández, y apoyando la excitación de la Junta Local, dijo que como la corporación reconoce de ciencia propia la exactitud de los hechos que expone, así como las quejas de muchos padres que con frecuencia se lamentan que en este pueblo no tengan el edificio de que se trata, como tampoco salas capitulares».

Francisco Hernández Hernández

Discutido el asunto, se acordó encargar el proyecto de construcción del edificio-escuela con las condiciones reglamentarias y para ello se nombró a una comisión compuesta por los concejales Antonio Torres Monterrey y Diego de Paz Felipe «para que tomando cuantos datos fueran necesarios y noticias creyese convenientes», procediera con el mandato recibido.

El 8 de noviembre volvió a abordarse de nuevo la cuestión:

«Se dio cuenta leyéndose íntegramente el dictamen presentado por la comisión nombrada al efecto en once de octubre último acerca de la necesidad y conveniencia de construir un edificio-escuela de niños de nueva planta, y proponer los medios y recursos indispensables para su ejecución. Resultando además de lo que al Ayuntamiento consta de ciencia propia, y de lo expuesto por la Comisión, ser ciertas en todas sus partes las manifestaciones de la Junta Local de Instrucción Primaria; que no responde á su objeto el edificio que ocupa la Escuela, además del inconveniente de estar ocupado por el Ayuntamiento y Juzgado municipal, por no haber otra casa de condiciones regulares para ello, tener los defectos de insalubridad, falto de luces por tener una sola puerta sin más entrada de ventilaciones y de capacidad; que no hay otro en el pueblo que poder utilizar en arriendo; que el municipio no lo tiene propio y que tampoco lo hay del Estado que poder pedirse al Gobierno; discutido el punto suficientemente, de unánime conformidad acuerdan: que se construya otro edificio de nueva planta con sujeción á las prescripciones de las disposiciones vigentes en la materia, pero atemperándose su construcción á las circunstancias de la localidad, aceptándose para ello el solar que se propone perteneciente al municipio”.

La corporación discutió, asimismo, la fórmula para llevar a cabo esta obra prioritaria y de su lectura se extrae una clara referencia a la difícil situación de la economía municipal:

“Pasando a tratar los medios y recursos con que ejecutar este acuerdo, vistas las disposiciones del decreto de 18 de enero de 1869, no teniendo bienes de propios enajenados para disponer de su 10 % ni ser posible acudir al empréstito ni a la venta de edificios de que hace mención el artículo 6º ni tampoco a los donativos de que habla el párrafo 8º, pues el vecindario aunque se reconoce el esfuerzo que hace para la fábrica de otro edificio, no puede dar metálico en atención a los diferentes impuestos que tiene que satisfacer y más especialmente en la época prevista, no contando este municipio en su apurada y triste situación con arbitrios determinados de ningún género; visto el cálculo aproximado de la Comisión, según el cual podrá ascender el coste total de las obras de 2.500 a 3.000 pesetas; partiendo de este supuesto y tomando en cuenta los fundamentos en que apoya su proposición, opinando que podrá cubrirse dicha suma con la prestación personal y una cantidad que se consigne en los presupuestos inmediatos, solicitando del Gobierno 1.250 pesetas ó el 50 por 100 del importe de las obras; considerando que la situación del Ayuntamiento no consiente mayor sacrificio en la deplorable situación económica que atraviesa, discutidos estos puntos con amplitud previo examen de los datos que ofrecen los registros de cuenta y razón, de unánime conformidad acuerda:

– Admitir cuanto propone la comisión y que se ejecute en la forma indicada á cuyo fin se formará el padrón para la prestación personal;

 – Se abrirá una suscripción aunque de poco rendimiento y en los dos presupuestos ordinarios inmediatos se presupuestarán o incluirán por mitad lo que falte para el coste de la mitad de las obras y se completará el expediente para solicitar del Gobierno el 50 por 100 del total de la misma, o sean 1.250 pesetas en que podrá consistir próximamente y en bajo precio la otra mitad del coste de la construcción de dicho edificio”.

Panorámica del barrio de Los Canarios (c. 1920)

El Ayuntamiento acordó, además, “ordenar á un arquitecto la formación del plano, proyecto y presupuesto de otras obras, por razón de no haber en este pueblo profesor de arquitectura, se espera la resolución superior y en el supuesto caso que la Comisión no tenga nombrado arquitecto, se hagan otros trabajos por un individuo de Santa Cruz de La Palma que tenga este título o por maestro de obras, para lo cual se autoriza al Sr. Presidente para que haga las gestiones conducentes a dicho objeto” y agrega más adelante que “este municipio, que siempre ha mirado con el mayor interés las sagradas obligaciones de la instrucción pública ha satisfecho siempre con religiosidad sus haberes a los profesores que por lo mismo siempre los tiene corrientes en sus sueldos mimándolos con la debida preferencia, y más ahora en que todo el pueblo se esfuerza en ilustrar á sus hijos por tener un buen profesor al frente de su educación, y que entre este atrasado pueblo por las vías del progreso de la civilización”.

El 14 de febrero de 1875 ya se habían recibido los planos de la casa-escuela elaborados por el maestro de obras José Gabriel Pérez Martín, que cobró por su trabajo 55 pesetas. Sin embargo, el proyecto fue reformado, pues el 24 de diciembre de 1876 el pleno adoptó el acuerdo de pagar otras 50 pesetas a León Felipe Fernández, “por la reforma del plano, presupuesto y memoria descriptiva de la fábrica que con destino á casa escuela de niños piensa construir este Ayuntº”.

El documento para obtener una subvención oficial resultó defectuoso en su forma y el expediente fue devuelto al Ayuntamiento “para que lo reforme, así como el plano, proyecto y presupuesto de la obra por estar autorizado por personas incompetentes” y la corporación, reunida el 24 de agosto de 1877, discutió el asunto con detalle y acordó “cumplir lo dispuesto cuando se pueda por no haber en esta isla arquitecto alguno á quien encomendarle la formación del plano y condiciones facultativas de las obras”.

En agosto de 1889, la Junta Provincial de Instrucción Pública remitió una comunicación el Ayuntamiento de Fuencaliente relativa a la creación de una escuela incompleta de niñas en el municipio, y la corporación contestó que “aunque reconoce lo necesario de la instrucción pública como base del adelanto moral y material de los pueblos, pero que atendiendo á la mala situación económica del municipio, la absoluta falta de local a propósito y lo distante de los barrios en que está dividido este término que impide que los padres manden sus hijos á la escuela, no considera conveniente desde luego á los intereses del pueblo la creación de dicha escuela; que en mejorando la crisis económica que atraviesa la localidad el Ayuntamiento se esforzará en construir un edificio para escuelas en lugar adecuado y entonces creará con satisfacción la indicada escuela de niñas”.

Un grupo de parroquianos delante de la iglesia de Fuencaliente

La sesión plenaria del 8 de junio de 1890 abordó el expediente “instruido á instancia de varios vecinos la solicitud de reducir á incompleta la escuela elemental de niños y crear otra entre las aldeas de Quemados e Indias, y de conformidad con lo informado por la Comisión se acordó solicitar del Gobierno de S.M. se digne acceder á la petición solicitada por las razones y fundamentos expuestos en dichos informes…”.

Otro hecho importante en la historia del municipio fue la recepción de los libros que formaron la primera biblioteca. El pleno del 21 de marzo de 1897 se dio por enterado “con la mayor satisfacción” de una comunicación del director general de Instrucción Pública, de 19 de febrero, remitida por el diputado palmero Pedro Poggio y Álvarez, por la que se concedía una biblioteca popular a Fuencaliente, acordándose agradecer “este importante donativo que redundará seguramente en lo sucesivo en pro de la cultura de este pueblo y que el diputado se hiciera cargo de recoger el fondo pasando nota de los gastos de embalaje y transporte para su abono”.

En expresión de reconocimiento al citado político palmero, cuyo notable desvelo se tradujo, entre otras acciones destacadas, en la consecución de obras públicas de tanta importancia para este pueblo y la isla, como el trazado de la carretera general del Sur y el faro de Punta de Fuencaliente, el pleno municipal, en su sesión del 19 de septiembre del citado año, acordó distinguirle con el nombramiento de Hijo Adoptivo.

Fotos: Archivo Juan Carlos Díaz Lorenzo